Entradas para El Cabrero en Murcia

\nNace el 19 de octubre 1944 en Aznalcóllar, (Sevilla). Su madre, Carmen Muñoz Frías es oriunda de El Casar de Escalona, provincia de Toledo, su padre José Domínguez Márquez, de Alájar (Huelva), es hijo y nieto de humildes cabreros a sueldo. Con a penas seis años, José que es el mayor de tres hermanos, tiene que abandonar la escuela de párvulos para ayudar a su padre en el cuidado del ganado.
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\nInfancia dura dedicada al cuidado del ganado pero donde la música siempre está presente. De su madre, que canta bastante bien y es aficionada al cante de Manolo Caracol, aprende sus primeros sones flamencos. Con sólo 10 diez años comparte tertulia flamenca con los aficionados del pueblo y, siempre que se anuncia un espectáculo flamenco en los pueblos limítrofes, el pequeño José, acompañado de su madre o solo, va a escuchar a los artistas que componían entonces aquellas famosas troupes: Pastora Pavón, Fosforito, Pepe Pinto, Valderrama...
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\nSu afición por el Flamenco no impide que José, adolescente, sienta una encendida pasión por Carlos Gardel y el Tango Rioplatense. Con 25 pesetas, que su padre le da cada semana, baja a Sevilla, en el viajero que lo lleva al Barranco, estación de autobuses. Allí, “en esas maquinitas de música que funcionaban con monedas”, escucha una y otra vez a Gardel: Cuesta abajo, Mano a mano, Volver… así, hasta que sólo le queda dinero para el viaje de vuelta a su pueblo. En esa época, descubre al que sería otra de sus grandes aficiones: Alberto Cortez.
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\nEsa afición por la música no recibe el apoyo de sus padres que consideran que su porvenir está en el pastoreo. Aún así, José, cuando el gusanillo del arte “es más fuerte que tó”, abandona el ganao y aparece por las ferias y reuniones de los alrededores. Canta fandangos, Las Palmeras y silba con inusitado virtuosismo las músicas de Ennio Morricone y ya, en estas primeras apariciones públicas, casi siempre a modo de espontáneo, despierta expectación. Vive plenamente entregado a su oficio de cabrero pero se desplaza, cada vez con más frecuencia, a los Festivales Flamencos y a la Feria de Sevilla, donde, en aquella época se podían escuchar grandes cantaores en las casetas. Siente auténtica veneración por Juan Talega y para escucharlo hace decenas de kilómetros a pie o en autostop a Sevilla o a Mairena del Alcor, para asistir al Festival Antonio Mairena. Se sabe todos los fandangos de su admirado Paco Toronjo y una noche, en al Feria de Sevilla, tiene la ocasión de hacer su primer mano a mano con el maestro del Alonso, que sería, andando el tiempo, un gran amigo. El 7 de julio de 1966 contrae matrimonio con Manuela Ojeda, una joven de su pueblo con quien ya tiene una hija nacida a finales de 1964. La pareja se rompe a los pocos meses del enlace y José se vuelve a instalar en casa de sus padres donde, a cambio de la comida y el aposento, se hace cargo de la piara de cabras propiedad de la familia.
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\nCumple el Servicio Militar en la Sierra de San Cristóbal, entre El Puerto y Jerez, donde pasa más tiempo encerrado en el calabozo, por indisciplina, que fuera de él. Entre los soldados hay muchos aficionados al cante y José, desde la garita de guardia, por el telefonillo que lo conecta con el cuartel, convierte las horas de guardia. en noches de insólitos recitales flamencos: soleares, seguiriyas y tonás al estilo de Juan Talega, Fandangos de Paco Toronjo, Cantes de las minas, cantes abandolaos, la caña, aprendidos de ese gran maestro pontanés llamado Fosforito... En el cuartel, los soldados se van turnando en la posesión o cercanía del telefonillo. Otras noches, él y su compadre “El Yuma”, se escapan a la aldea del Coyote, especie de barriada subterranea. En una des cuevas está el ventorrillo de Juan “el bizco”, buen aficionado al cante. Allí se reunían soldados y paisanos en improvisadas fiestas que duraban hasta media hora antes del toque de diana en la batería y donde José daba rienda suelta a su afición por las diferentes músicas. Tras el servicio militar José vuelve a su oficio de cabrero pero se desplaza, ya con cierta asiduidad a a Sevilla a los lugares donde se escucha Cante. Frecuenta La Venta Vega, El Morapio y La Trocha...
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\nSi hasta entonces se había acompañado siempre con los nudillos, sobre la mesa, se va acoplando a la guitarra poco a poco. Conoce a Pepe Carrasco, letrista de casi todas las figuras de la época y asesor artístico de la Belter que le propone grabar un disco. José, que no tiene intención de dejar su oficio de cabrero “por ná”, rechaza la oferta. A finales de verano, de 1971, José da un paso absolutamente trascendental en su trayectoria artística: por vez primera, intenta probar suerte en el mundo del flamenco. Vende las cinco cabras de su propiedad y compra un billete de tren Sevilla, Madrid. Había oído que, para triunfar en el cante, había que estar en Madrid pero la gran capital no es para él: no soporta el olor que despiden los coches, el ruido, el trasiego de gente, el hormigón... Tras a penas una semana decide volver a Sevilla. El dinero sólo le alcanza para comprar un billete hasta Córdoba. De allí a Sevilla, viaja custodiado por la guardia civil. Al llegar, sin un duro en el bolsillo, duerme bajo los soportales del estadio de fútbol del Sevilla y durante el día deambula por el barrio hasta que, por casualidad se topa con La Cuadra, de Paco Lira donde Salvador Távora y Alfonso Jiménez están montando el espectáculo “Quejío”. Paco Lira lo invita a quedarse en La Cuadra y, a los pocos días, Alfonso Jiménez Romero le ofrece participar en el espectáculo Quejío. Su cometido: el cante por seguiriya, por tonás y cantes de trilla. Acepta y se embarca con ellos en una gira por distintas ciudades españolas, de Francia, Italia y Suiza. Allí, en la ciudad de Ginebra, conoce a su futura compañera, Elena. hija de gallegos afincados en la capital helvética. Pese a su afición, José no acaba de integrarse en el grupo y llega a la conclusión de que no puede seguir dedicándose al cante si no encuentra la manera de alternar esta actividad con su oficio de cabrero. Así, a finales del verano 1972, abandona definitivamente el grupo de La Cuadra de Sevilla. Vuelve a la vivienda familiar y al cuidado del ganado de sus padres pero no encuentra su sitio y cuando, en octubre 1972, Alfonso Jiménez Romero le ofrece participar en su proyecto, “Oración de la Tierra”, acepta y se convierte, con Fernanda Romero, en el protagonista de la obra. Fernanda representa La Tierra, José, El Hombre: “Desde niño, me enseñaron que el pan que me comía tendría que arrancárselo a las mismas entrañas de la tierra”. Personaje y guión parecen inventados para él, sin embargo, como sucediera con Quejío, José siente que ninguna actividad, por gratificante que sea, le compensa si ésta lo obliga a desentenderse totalmente del pastoreo y, en diciembre, tras el estreno en Puebla de Cazalla, abandona el grupo y regresa a su pueblo.
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\nCon los pocos ahorros obtenidos de sus dos experiencias teatrales, compra una tropilla de cabras y se instala, a principios de 1973, con Elena, su nueva compañera, en su pueblo, en casa alquilada y en la más absoluta pobreza.En sus actuaciones con La Cuadra, José había dejado una profunda huella en los públicos y organizadores, aspecto que propició la organización, en invierno de 1973, de una serie de recitales en solitario en Francia y Suiza. En su debut, ya con el sobrenombre de EL CABRERO, en el Teatro de l’Atelier de Ginebra, abarrotado de público, interpreta: Soleá, Seguiriya, Malagueña, Tientos, Cartagenera, Serrana, Fandangos, Cantes de Trilla y Tonás.
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\nEn 1974 participa en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba. Su presencia en el escenario provoca algunas risas y bromas entre el público: “Vaquero ¿dónde te has dejao el caballo?” Sin embargo, cuando comienza a cantar, se hace el silencio y a final, las palmas echan humo. Es seleccionado para la final pero no obtiene premio alguno. Tras esta presentación en el Concurso de Córdoba, comienza a ser solicitado por algunas peñas flamencas y como lo que dejan las cabras es insuficiente para cubrir las necesidades mínimas, José decide frecuentar de nuevo los reservados de la Venta Vega y el Morapio y el tablado de La Trocha. En 1975, Pepe Carrasco le propone de nuevo grabar con Belter y esta vez, acuciado por la necesidad, acepta. El trato es una permuta: él graba un disco y la Cía Belter paga los gastos de clínica de su compañera que va a dar a luz al primero de los tres hijos de la pareja. En otoño sale al mercado “Así canta El Cabrero” con la guitarra de José Cala el Poeta. A los pocos meses de la publicación del disco, El Cabrero participa, con todas las grandes figuras del momento, en algunos festivales importantes y provoca un auténtico impacto entre el público.Tras el éxito de su primer disco, en 1976 firma un nuevo contrato con Belter para tres nuevas grabaciones : “A esta tierra que es mi mare” (1976) y “Tierras Duras” (1977), con la guitarra de Eduardo de la Malena y “A paso lento” (1978) con Pedro Bacán.

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Sobre El Cabrero...

José Domínguez El Cabrero es una de las personalidades más significativas que ha dado el flamenco en los últimos 25 años. Sólo dos cantaores han sido definidos como «fenómenos sociales», debido a su impacto en los públicos más diversos: El Cabrero es uno de ellos. Su genialidad, talante, personalidad, postura vital y su compromiso con el cante sin aditivos y con l ... Leer biografía completa de El Cabrero

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