La Culpa han hecho las cosas como siempre deberían de hacerse: hace apenas cinco meses, en octubre del año pasado, en Valencia, Miqui, Néstor (Futuro Terror), Toni y Tania decidieron montar un grupo. Un mes después estaban dando su primer concierto, y no había ni acabado el año cuando se encerraron en La Residencia para grabar con Diego Escriche (La Plata) las ocho pistas que componen su primer álbum, que es el honor de Humo Internacional presentar hoy a ustedes.

Si la técnica es el refugio de los cobardes, el talento es la balanza divina que pone las cosas en su sitio. La Culpa disparan pop purísimo, pegadizo, emocional, redondo como una bola de bolera directa a tirar todos los bolos. Sin trampas: estribillos que se incrustan en tu cabeza y te persiguen durante días, frescura y guitarras pegadizas. Sin embargo, bajo su aparente simplicidad, La Culpa escupen en cada tema sentimientos muy reales, tan reales que podrías cogerlos con las manos, tan reales que podrían ser tuyos.

Y es que, entre todas esas notas entrecortadas, el álbum de La Culpa suena a ese disco que marcó un momento de tu vida y que cada vez que suena te transporta automáticamente a otro lugar. Ya no estás aquí, estás allí. ¿Cómo demonios han conseguido eso? ¿Cómo puede su disco hacerse tan corto? Larga vida a La Culpa.

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