La RAE define La Canalla como gente baja o ruin. Para rebatir esta denominación, Antonio Romera «Chipirón» y el resto de ‘canallescos’ muestran su cancionero urbano de copla contemporánea con el que dan voz a aquellos a los que la vida les ha dado la espalda, elevándolos a protagonistas de unas canciones donde la copla y el jazz brindan juntos en calles, bares y cabarets. Historias cotidianas de gente sencilla pero no simple, donde la tragicomedia es la reina de la función, llevadas al escenario de una manera alegre y irreverente, cocinadas con espíritu de copla y condimentadas con jazz, tango, bolero o lo que surja.

“Flores y Malas Hierbas” su primer álbum, un lugar mágico donde los perdedores son los verdaderos protagonistas. Tiraos, putas, forajidos, borrachos o enfermos de amor son ‘flores que crecen entre malas hierbas’, tratados con una dignidad que nunca encontraron en la vida real.

La Canalla surge, como los buenos relatos, de la suma de pequeños sucesos que por azar o por destino originan una historia propia. A pesar de tener un alma ‘netamente’ gaditano y andaluz, se gestó lejos de allí, en una casa de músicos ‘exiliados’ en Barcelona que se hacía llamar “El Albergue”, que se convirtió sin querer y por cositas del querer en punto de encuentro y parada de más músicos, amigos, artistas, de noches de fiesta y música, en las que fue madurando una idea, una inquietud, un objetivo, revitalizar y refrescar el folclore andaluz, la copla, nuestra música más popular. Así nace La Canalla, un grupo que tiene nombres propios, a saber: Antonio Romera ‘Chipi’ (estudioso autodidacta del folclore andaluz, autor y compositor) pone las canciones y la voz; el pianista Javier Galiana (teclas de Manu Chao entre otros); los vientos soplan a cargo de Julián Sánchez (Miguel Poveda); la batería de Juan Sainz (Profesor Escuela de Música Universidad de Cádiz; El Barrio); y el contrabajo de José López (Profesor de Música de la Universidad de Cádiz).

Tras una primera publicación del disco exclusivamente para amigos y amigos de los amigos, sin distribución, ni publicidad y sin más promoción que el ‘mano a mano’, vende la primera edición gracias al ‘boca a boca’, agotando las copias existentes en estanterías de bares y club’s de dudosa reputación. Ahora se reedita el disco, quizás para seguir nadando por los bajos fondos musicales, o quizás para que vaya creciendo, como esas buenas historias que cuenta, hasta convertirse en parte de la voz popular.

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