La banda madrileña Hexacorde se crea en Madrid, en el año 2000, reuniendo a músicos con varios años de experiencia en diversas agrupaciones y proyectos íntimamente relacionados con el folk y con la música tradicional.

El motivo de la creación de este grupo viene dado por el interés de sus integrantes en buscar una nueva sonoridad y con arreglos innovadores sobre los que recrear y dar a conocer el inmenso repertorio tradicional de la música de Castilla León. Sin embargo, y pese a que algunos músicos de Hexacorde provienen de agrupaciones de música netamente tradicional, el planteamiento era buscar un sonido nuevo con arreglos los suficientemente atrevidos como para que marcasen una clara intención renovadora pero conservando al mismo tiempo los elementos musicales que caracterizan a la música tradicional castellana.

De esta manera, tras unos primeros años de elaboración de un repertorio de recuperación de temas tradicionales y de arreglo de los mismos, Hexacorde comienza a componer temas propios aplicando estructuras, ritmos o motivos musicales de la tradición musical castellana sobre melodías y armonías totalmente nuevas y de autor.

Los temas resultantes conservan los elementos musicales que caracterizan a la música castellana, conformando al mismo tiempo un nuevo repertorio a base de entradillas, brincaos, jotas, ajechaos, polkas, pasodobles, fox-trot, pasacalles, titos, bailes de rueda, etc. En diversas actuaciones del grupo les acompañan una o varias parejas de baile tradicional castellano que sin preparación previa son capaces de ejecutar los bailes completos de cada palo sobre estos nuevos temas.

Además de todo ello, los miembros de grupo están especializados en el acompañamiento con música tradicional de diversas celebraciones sociales, tales como ceremonias religiosas, dianas, pasacalles, romerías, paso de autoridades, etc.

HEXACORDE CON VANESA MUELA

Vanesa Muela y Hexacorde comienzan a trabajar juntos de manera complementaria desde principios de 2006, y manteniendo cada cual su trayectoria por separado. El extenso currículum de la vallisoletana en trabajos de investigación folklórica y sobre los escenarios de música tradicional, se suman al estilo renovador y folk de Hexacorde para dar lugar a una propuesta nueva.

Los integrantes de la banda madrileña provienen en su mayoría del mundo tradicional, de la dulzaina castellana para ser más exactos, por lo que el germen de su proyecto fue precisamente este instrumento; de aquí que en un principio la música vocal no entrara entre sus prioridades. Sin embargo, ya desde las primeras actuaciones en 2002 la inquietud por la voz en su música comenzó a minar su espíritu de dulzaineros: no en vano la inmensa mayoría de la música que nuestros padres y abuelos empleaban en sus quehaceres diarios era vocal (otra cosa era la música para el baile), no instrumental.

Hexacorde y Vanesa ya habían coincidido en diversos escenarios españoles, pero la pucelana continuaba con sus actuaciones en solitario y compartía en aquel momento la faceta colectiva de su música con la banda palentina Almacántaro. Tras el fin de la relación entre los palentinos y Vanesa Muela, ésta contactó con sus colegas madrileños para arrancar un proyecto que ilusionó tanto a una como a otros.

El trabajo ha sido duro, ya que coincidió con cambios en la formación de Hexacorde (incorporación de un nuevo bajista, Víctor Rionegro, proveniente de otros géneros musicales), pero ya ha dado sus frutos. El bautismo de fuego tuvo lugar el 11 de febrero de 2006 en Las Rozas (Madrid), dentro del Festival Folkinvierno, donde compartieron cartel con músicos de la talla de Benito Cabrera, Carlos Núñez o Javier Paxariño, con una extraordinaria acogida por parte del público. Poco a poco la presencia de su potente voz ha ido ganando espacio dentro del repertorio de la banda, pues los madrileños se mantienen fieles a su forma de trabajo minuciosa en los ritmos y detallista en la instrumentación, lo cual precisa de tiempo y maduración para el acoplamiento de la voz. Desde 2006, la colaboración entre Vanesa Muela y Hexacorde se ha mantenido, y se ha plasmado en el segundo disco de la banda, Desbarates (2008).

El público espera mucho de la unión de las melodías originales de los madrileños, las tonadas rescatadas del olvido o incluso recogidas directamente por Vanesa de sus genuinos herederos, los ritmos tal cual los bailaron nuestros mayores o con guiños a los de otras culturas… todo ello como prueba de que la tradición debe ser algo vivo y en movimiento: el mundo rural en Castilla y León cambió drásticamente (para bien o para mal, según la faceta social que se contemple) hace tres o cuatro décadas, y lo hizo irreversiblemente, pero su música puede y debe continuar en manos de los que aún la escucharon en sus escenarios originales: los pueblos.

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