En el origen del , no solo en su nacimiento sino también en el momento exacto de su gestación, está Cybotron. Formado en Detroit, ciudad que da a luz este sonido, se trata de un grupo de electro con rasgos comunes a otros de la época pero cuya aproximación destaca por la abstracción y su sonoridad por los matices oscuros y futuristas.

Desde su primera producción en 1981 no dejan de alejarse del hip hop al que se asocian los grupos de electro de Nueva York. Frente a esa escena, Cybotron son patrones rítmicos robóticos herederos de Kraftwerk, ráfagas de sinte afrofuturista llenas de emoción soul y tonalidades extraterrestres, y letras distópicas y corrosivas que describen un futuro que se ha hecho presente demasiado pronto y solo ofrece ruinas y desolación. En un momento histórico obsesionado con la ciencia ficción, cuando la Guerra de las Galaxias o Star Treck causan furor, y en una ciudad cuya debacle epitomiza todas las contradicciones de un sistema económico desquiciado, esta música se convierte en una explicación total del mundo en el que toma forma y al tiempo en un vehículo para la evasión de los moradores de la primera ciudad post industrial de la Tierra.

La biografía del grupo ha sido narrada muchas veces. En su germen están Juan Atkins y Richard Davis. El primero, un joven de las afueras acomodadas de la ciudad que perseguía dotar a Telex o Gary Numan de un punto funky con un sintetizador primitivo, se encuentra en un curso de grabación con Davis, un veterano de Vietnam obsesionado con la ciencia ficción y la mística de la cábala. Ambos descubren pronto su común interés por la música electrónica y forman Cybotron. Comparten, o más bien Davis le enseña a Atkins, los libros del sociólogo Alvin Toffler, una fuente inagotable de imaginería sci-fi de la que extraen tanto los nombres de su grupo o el género que estaban por alumbrar como las líneas maestras de la mitología futurista que impregnaría toda su música. Hasta 1985 encadenan una serie de producciones muy avanzadas que se reúnen en su mayoría en el álbum Enter. Una vez alcanzado el ecuador de la década, Atkins deja el grupo para centrarse en su carrera en solitario adoptando un nuevo nombre, Model 500, y lanzando su propio sello discográfico, Metroplex. Aunque las bases ya están sentadas, es entonces cuando el género adquiere forma definitiva. Pronto dejará el subsuelo de la Ciudad del Motor y tomará las noches del globo entero. Juan Atkins continúa su carrera llegando a ser reconocido en la actualidad como el “padrino del techno”, sumándose a su nombre de modo habitual el apelativo “originator”, título que acredita su rol como creador del estilo.

La historia oficial de Juan Atkins es bien conocida. Seguir a Richard Davis, sin embargo, resulta extremadamente complicado. La versión convencional de la historia parece querer, intencionalmente o no, restarle importancia. Autores como Ariel Kyrou afirman tranquilamente que “Juan Atkins creó Cybotron en 1981”. Lo habitual es que se repita una fórmula biográfica ya consolidada que introduce a Juan Atkins en primer lugar, nombra después el proyecto musical para añadir por último a Davis presentándole como “compañero” del primero. El mismo Atkins asume la explicación que le acredita como fundador cuando explica cómo se conocieron: “encontré a Rick Davis, que se convirtió en la otra mitad de mi grupo, Cybotron”. No hay indicio, sin embargo, que demuestre la existencia de una banda con anterioridad al encuentro de ambos productores. Quizá Atkins ya trabajara en ello, pero discográficamente Cybotron solo comienza con ambos funcionando en tándem. En realidad, de las entrevistas contemporáneas a Atkins lo único que se desprende es que, en el momento de conocerse, el de Belleville quedó maravillado ante el arsenal de sintetizadores del que disponía Davis. Es claro que éste tenía un dominio de este tipo de instrumentos superior al de Atkins. También debía llevar produciendo música por lo menos tanto tiempo como él. O quizá más, porque el veterano de Vietnam ya había publicado en solitario con anterioridad a Cybotron un 7” de ambient que salió en 1978 y que llegó a ser utilizado por The Electrifying Mojo como sintonía de su popular programa. ¿Hasta qué punto entonces llegó a influir Davis sobre Juan Atkins?

Es difícil saberlo. No existe, más allá de la extraordinaria música que componen juntos, demasiada información de la época durante la cual el grupo está en activo, y una canción por sí sola no revela normalmente ni la forma de componer, ni la organización del trabajo, ni el peso de cada componente en el grupo. Ni siquiera toda la producción del grupo es exclusivamente suya, pues el misterioso guitarrista John “Jon 5″ Housley participa ocasionalmente en Cybotron desde 1982, figurando en los créditos de las grabaciones como único compositor de algún tema como The Line o coautor de otros como Enter. Se puede especular comparando los discos de Cybotron con las primeras producciones de Juan Atkins en solitario inmediatamente después de dejar el grupo. Quizá la temática pierda el componente político explícito de temas como El Salvador para abrazar completamente el escapismo cyberpunk y la alegoría espacial. Pero en términos musicales, la extrapolación carece de sentido, porque entre 1982 y 1986 se abre una brecha enorme en términos estilísticos. El electro prácticamente había desaparecido, la 303 no tardaría en imponer la ley del acid house y la experimentación llevaba años ampliando su rango de acción de modo cada vez más acelerado. Más indicativo, entonces, resulta confrontar la música que Davis y Atkins producen individualmente desde su separación, cuando el primero mantiene el grupo Cybotron y el segundo se centra en el colectivo Deep Space Soundworks junto a DJs como Derrick May y Kevin Saunderson y comienza su época más prolífica desde su plataforma Metroplex.

¿Cuál es el motivo de esa ruptura? No existe unanimidad entre los biógrafos. En ocasiones se lee que Davis estaba traumatizado por la guerra y que las secuelas de ésta le impidieron continuar. Su producción posterior, aunque no sea abundante, parece desmentir esta versión. Otra explicación, más frecuente, afirma que Davis pretendía seguir una carrera más orientada hacia el rock, mientras que Atkins deseaba continuar desarrollando el proto techno de Clear. Aunque matizado, este razonamiento parece más fiel a la realidad. En 1985 se publica el último disco que Atkins grabaría como Cybotron, otro tema en el que Jon 5 toma parte. R-9 es una producción que no se aparta un ápice del sonido característico del grupo hasta entonces: sincopados ritmos electro, un bajo de funk que se antoja destilado sintéticamente, tenebrosos sintes que atraviesan el espacio sonoro, letras insufladas de paranoia (just in front of a mirror/ i was reaching for a light/ something woke up in the dark/ hidden from my sight). Algunos de esos elementos continúan presentes en la producción posterior de ambos, pero son más las diferencias que los separan. El Cybotron de Rick Davis en solitario (nada más se sabe de Jon 5) suena en 1986 muy cercano al synth pop y poco le queda de electro. Bajo el nombre 3070 publica el 12’’ Vision, un disco que mantiene una sonoridad envolvente y oscura, pero donde tanto la arquitectura rítmica como la presencia cada vez más dominante de la guitarra lo acercan antes al Black Celebration de Depeche Mode que a Kraftwerk. Al mismo tiempo, se descubre la libertad que Davis tiene ahora para dar rienda suelta a las ideas que más le inquietan, lo que se hace patente en títulos como Megiddo, tema que remite al Apocalipsis narrado en la Biblia. Interesantemente, el sonido de Megiddo enlaza directamente con uno de los títulos más cercanos al techno-pop que el Cybotron de Atkins firmara en 1983. La conexión con Industrial Lies es indiscutible: en la cadencia, en la presencia de instrumentos orgánicos y, muy especialmente, en la voz de Davis. No sorprende, entonces, descubrir que Industrial Lies está compuesto exclusivamente por 3070, alias tras el que se esconde Rick Davis.

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