Si un gato tiene siete vidas, la vida de Trashtucada se forma a partir de siete gatos, siete mentes musicalmente incorrectas, siete felinos ágiles, despiertos, juguetones y curiosos que se reúnen una noche bajo la luz de la luna (que es donde siempre se reúnen los gatos para hacer el golfo y maullar juntos). De esa mezcla de talentos dispersos y vivencias comunes surge una propuesta llena de matices, de juegos, de colores y de ritmos.

Arrancando los primeros días del 2003, Trashtucada echa a andar su periplo con las alforjas cargadas de ideas, inquietudes y alegría y, como si de un juego se tratase (un juego que se toman muy en serio, que es la única forma verdadera de tomarse los juegos), apuestan desde entonces por la búsqueda de un sonido directo, lleno de intensidad, emoción y riqueza, sonido que se va fraguando tanto en las largas horas encerrados en su madriguera de ensayos como en los escenarios (siempre muy atentos han estado a su sonido en directo) donde siempre han buscado la complicidad con el público y el ambiente lúdico-festivo.

Como resultado de esta alegre y desinhibida búsqueda, quedan las dos grabaciones que, hasta el momento, nos han ofrecido a sus seguidores: “ Nosotros también debemos 50.005 ” y “ Como una china en el zapato ”, dos maquetas cuajadas a partir de unos temas tan eclécticos como comprometidos, tan divertidos como profundos, con una actitud rebelde y combativa, plasmada sin complejos desde los propios títulos de las demos. Es a partir de entonces cuando la banda decide grabar lo que va a ser su primer Larga Duración apostando por la autogestión colectiva para velar por la coherencia de su trabajo desde la producción, la edición y la distribución. Una admirable postura que no puede generar más que un disco honesto y poderoso que muchos esperamos con verdadera fruición.

Pero la gran baza de Trashtucada y el motivo por el que se están ganando a pulso la admiración, el interés y el respeto por todos los escenarios por los que han pasado es, sin duda, su asombroso directo, esa extraña mezcla entre lo festivo y lo social, entre la diversión y el compromiso, entre la fusión y la energía. Durante estos tres años de funcionamiento a todo gas, estos gatos de mentes salvajes y zarpazos musicalmente incorrectos han paseado por más de sesenta escenarios su explosivo cóctel en el que cabe cualquier género y estilo, que no se adscribe a ninguna moda ni corriente más que a la propia música como forma actitud vital y al arte y a la fiesta como razón existencial. Una fórmula que, como dicen de cierta cerveza, donde va, triunfa. La prueba son sus éxitos en concursos, certámenes y bolos por todo el territorio nacional y, sobre todo, la ingente tribu de “ trashtucos ” que se dejan seducir por su filosofía vital, una multitud creciente de seguidores que la banda va dejando regados por todos sitios por donde toca.

Todo parece indicar que Trastucada tiene aún cuerda para rato. Esto no ha hecho más que empezar. Si los gatos tienes siete vidas, Trashtucada va a tener setenta.

Que no decaiga la fiesta.

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