La artista norteamericana Robin McKelle, una consumada voz en el panorama internacional del jazz. Esta cantante acaba de debutar discográficamente con un trabajo casi homónimo, 'Introducing Robin McKelle', que supone tanto un comienzo como un final. El final de una trayectoria profesional desarrollada hasta ahora en una relativa oscuridad, en la que ha trabajado como corista de artistas de renombre (Herbie Hancock, Wayne Shorter, Jon Secada, Michael McDonald o Terence Blanchard) o como integrante de la prestigiosa Boston Pops Orchestra. Pero para Robin McKelle ha llegado el momento de lanzarse como solista y lo ha hecho con un disco en el que recrea clásicos del cancionero americano de los años 30 ó 40.

La crítica la compara unánimamente y sin complejos, nada menos que con Sarah Vaughan y Ella Fitzgerald. Es una voz destacada, una contralto con inflexiones de soul, habitada por los ecos de los grandes cantantes de jazz de la posguerra americana. La cantante se encuentra en la cresta de la ola con su primer disco que va más allá de las fronteras del swing retro. Producido por el trompetista y arreglista Willie Murillo (Brian Seltzer Orchestra, Aimee Mann, LeAnn Rimes), “Introducing Robin McKelle” evoca y revitaliza el jazz de las big bands de la América de los años 40 y 50.

Robin McKelle es un nombre que suena cada vez con más fuerza en medios especializados en este género. Con la intención hacer interpretaciones de calidad y frescas, nos sorprende con temas como 'Something's got to give', 'Night and day' o 'Come rain or come shine' reinterpretados por una vocalista cuyo estilo nos transporta a la era dorada del jazz.

Su intención es ser fiel al espíritu y al sonido de esos temas en sus versiones clásicas y volver a acercarlos a mucha gente que a lo mejor no los conoce o a quienes les pueda apetecer escucharlas con otra voz.

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