José Ramón Julio Martínez Márquez, conocido como Ramoncín, es un cantante de rock, actor y presentador español nacido en Madrid en 1955. Personaje siempre polémico que debuta en 1977 con el single «Marica de terciopelo», un tema abanderado del rock español de la segunda mitad de los setenta. Con una imagen transgresora, guitarras aceradas, y unas letras que descubren el lado más oscuro y sórdido del alma humana, Ramoncín consigue hacerse un hueco entre las bandas punks de la época. Junto a W.C.? graba su primer disco, Ramoncín y W.C.?, en Enero de 1978, y para la historia quedan canciones como «Cómete una paraguaya», «Rock and Roll Duduá», o la emblemática «El Rey del Pollo Frito», que desde el mismo instante de su publicación, y muy a pesar del propio Ramón, se convierte en un segundo nombre para el artista madrileño. El segundo disco, Barriobajero, sale a la venta un año más tarde presentándonos unos temas más cercanos a la (triste) realidad de aquella época en detrimento de los personajes extremos del álbum de debut. Unos personajes que no volverían a aparecer más.

Sin embargo, Ramoncín depura su técnica, convirtiendo en héroes a los auténticos protagonistas del rollo, esos tipos que caminan por la calle con las manos en los bolsillos y que miran el mundo a través de gafas oscuras, enfundados en sus chupas de cuero. Así, «Arañando la ciudad» se presenta en 1981 como una soberbia oda a la chulería, los bajos fondos, las drogas, el sexo (muy presente en toda la obra del artista): en definitiva, al rock ‘n’ roll. A este disco le seguirían «¡Corta!» ( con la colaboración de gente como Rosendo, con el que volvería a tocar en su suiguiente lp, Salvador Domínguez, y todo un ex-Bad Company, Boz Burrell) y Ramoncinco (donde Manolo Tena le cede autoría y bajo en «Nicaragua»), cerrando un ciclo de macarronería barriobajera.

Para la grabación de «Como el fuego», Ramoncín cuenta con una banda más o menos estable, y el resultado se nota. Las historias continúan siendo las mismas a pesar de que la edad parece haber dotado a su creador de otro enfoque con el que plasmarlas en un papel.

«La vida en el filo» (con participación de Brian May a la guitarra en «Como un susurro») y «Fe ciega» son los discos que preceden al que, hasta ahora, es el disco más rentable de Ramoncín. Y es que «Al límite: Vivo y salvaje» es un documento sonoro del auténtico poder de convocatoria de Ramoncín a principios de los años noventa. El doble álbum, grabado en vivo, hace un repaso a la carrera del artista, dejándonos algunas joyas ajenas como «Hill St. Blues» (que sirve de introducción magistralmente ejecutada por la banda) o el «Cold Turkey» de Lennon, y otras propias que se revelan como himnos generacionales: «Ángel de cuero», «Putney Bridge», «Hola muñeca», «Al límite»,… Imprescindible.

Tras la publicación de «Al límite» y su consiguiente gira (conciertos de hasta tres horas en pabellones abarrotados), Ramoncín se toma un respiro musical, roto en contadas y excepcionales ocasiones para homenajear a alguno de sus héroes (en el caso de Elvis, Springsteen, de nuevo Lennon, Pepe Risi,… ) y compañeros (Loquillo, Antonio Vega, 091,…). No es hasta 1997 que vuelve a entrar en los estudios de grabación con la intención de registrar un disco entero, y un año después aparece «Miedo a soñar», un trabajo poco satisfactorio a pesar de las buenas intenciones. Porque no cabe duda que el disco es 100% Ramoncín, con esas historias de vidas rotas y perdedores natos.

Como miembro de la junta directiva de la SGAE, dedicó buena parte de sus esfuerzos a la lucha en contra de la libre difusión de la cultura, tanto en medios tradicionales como por internet. Acérrimo defensor del cobro del «canon», esta postura le valió la ira de los que se oponen a su tesis.

En 2007, tras 20 años participando en la SGAE, decide marcharse para retomar su carrera artística y editar un nuevo disco.

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