La sombra de tantas otras mujeres, de sus canciones y humor, asoma en la voz de Laura Gibson. Es el poso que dejan los años y los lugares en su especial manera de decir las cosas en If You Come to Greet Me, un trabajo ya publicado hace casi dos años al otro lado del Atlántico, y que ahora, desde Borne Recording, subsello (o mejor, sello paralelo) folky de Acuarela, aparece en una nueva edición junto a un par de extras. Y es que no uno no puede evitar volver la vista sobre estas frases suspendidas entre guitarras, arregladas con piano, banjo o vibráfonos, grabadas junto a Adam Selzer (M. Ward). Retratos asustadizos de nostalgia e intimidad, de una esperanza que mira a la vida con los ojos bien abiertos.

Laura se crió en un pequeño pueblo sembrado de cabañas al sur de la costa de Oregón, hija de un guarda-bosques y una profesora de guardería, campeona de salto de altura en el instituto y becada en Matemáticas durante la Universidad. Afirma que difícilmente podría decir qué banda lanzó qué disco en aquel año en particular, pero que seguro recordaría dónde estaba, cómo se sentía y qué fue lo que habló contigo, si es que os visteis. Y es que lo que de verdad importa está por encima de cifras y detalles, y ahí es donde habita el imaginario de sus canciones, en lo sencillo, lo perdurable, lo que nos mueve. Ahora vive en Portland, donde comenzó su andanza musical allá por 2004 cuando empezó a tocar en pequeños conciertos improvisados. Una voz que se muestra tan cercana y cálida, que traza el recorrido de lo que ocurre cuando Laura cierra los ojos, sorbe una taza de té, murmura algo tumbada en la cama, moviendo la cabeza como para responderse a si misma.

Como un artesano, Adam Selzer dio otro aspecto a las nanas acústicas de Laura, tallándolas sin romperlas. Lo logró en su estudio Type Foundry de Portland, donde ha producido muchos otros discos desde 1998, tomando prestada su propia banda para la ocasión, Norfolk & Western, y en San Francisco, con la ayuda de Dylan Magiereck. Peter Broderick, el multi-instrumentista que acompaña a Selzer en sus discos y directos, mima estas canciones con el arpegio de las teclas de un piano y violas que sollozan, mientras Al James (Dolorean) las recubre con guitarras, junto a la mano de Rachel Blumberg (The Decemberists) y Cory Gray (Desert City Soundtrack). Estos apuntes a la guitarra no podrían merecer un vestido mejor. If You Come to Greet Me se abre con una Laura que pide olvidar, borrar lo que no quiere ver.

Suavemente, negando con la cabeza, cogiendo esta canción con los dedos. A partir de aquí, y del resplandor de trombones y violines con el que se apaga "This Is Not The End", estas composiciones transitan sensaciones entre la inocencia y la ilusión, la tentación de perderse en la noche, de vivir otra vida. Una poesía tierna y tozuda que tiembla con especial emoción en "The Longest Day", minutos antes de dos nuevas piezas que Laura ha regalado para la edición europea de su debut. Un talento sin malabarismos, sencillo y cálido, como ya demostró en su paso por la última edición del festival Tanned Tin en una actuación a la guitarra acústica, acompañada de piano, donde las versiones delgadas de estos temas parecían hacer de aquel salón del Casino Antiguo de Castellón una caja cada vez más pequeña. Canciones que pasan cerca, muy cerca de nosotros, para rozarnos y pegarse en la piel.

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