Javier Corcobado nació en Frankfurt [ Alemania ] en 1963. hijo de emigrantes madrileños. A los dos años su familia se mudó de nuevo a Madrid. Poeta y músico de la desesperación y el desgarro, Corcobado ha sido considerado por la crítica durante años como el príncipe del underground español. Ha sido uno de los artífices de buena parte de los grupos más avanzados y arriesgados de la música española de los ochenta: 429 Engaños, Mar Otra Vez y Demonios Tus Ojos.
Comenzó en la música con el proyecto 429 Engaños. Su aparición discográfica llegó en 1985, con un mini LP que presentaba en sociedad a Mar Otra Vez. Si 429 Engaños era una máquina de hacer ruido aquí todo se volvió más dulce. A través de varias formaciones se presentaron alternativas de rock y ruido. Otros dos mini LP y un álbum [ Algún paté venenoso 1987 ] después, este miembro activo de la escena musicalel intentó su primer trabajo como solista » Demonios Tus Ojos» , pero, después de unos ensayos, se optó por formar una agrupación con la cual se intentaba llevar todo a el punto mas extremo. Con Demonios Tus Ojos comenzó a tomarle gusto a la realización de canciones, cosa que segun dice no consideraba anteriormente por que lo que le interesaba eran las sensaciones y los límites.

Es a partir de 1989 cuando comienza su carrera en solitario con el disco «Agrio Beso», creando poco después su propia banda: Corcobado y los Chatarreros de Sangre y Cielo. Un gran grupo cuya columna vertebral ha estado formada por Nacho Colis (batería), Justo Bagüeste (vientos y teclados), Nacho Laguna (bajo), Javier Arnal (guitarra) y Susana Cáncer (hammond). Desde entonces y hasta finales de los noventa, ha desarrollado una intensa carrera discográfica tanto con su grupo como con proyectos paralelos como Corcobado y Cría Cuervos (con el que demostraba su pasión por los boleros) o junto a los gijoneses Manta Ray (dejando como resultado el álbum «Diminuto Cielo»). De esta etapa se obtuvo un LP nuevo bautizado como «Poemas» y una vez con el nuevo cargamento regresó a la colectividad con » Los Chatarreros de Sangre y Cielo» con los que permaneció 4 años ostentando una solvente producción y muchas experiencias que se verian plasmadas en la futura autobiografía llamada » Tormenta del Tormento» de 1991 y tiempo despues «Arco Iris de Lagrimas» en 1995 generando entre ellos «Ritmo de sangre» en 1993 y otros dos EP’s. Entre medias se gestaba Cria de Cuervos que presentaba a Javier como intérprete de boleros.El cansancio empezaba a pesar, más en la cabeza que en los miembros, algo que tuvo cierta repercusión en el álbum que Corcobado firmó a pachas con Manta Ray en el 97 («Diminuto cielo») aunque no enturbiara un resultado sorpresivo.Dos años después Javier reaparecía en malas condiciones: «‘Corcobator’ resultó, para mí, una decepción. Fue un álbum grabado en circunstancias muy desfavorables, sobre todo de salud». Lo de Javier no era precisamente cumplir el trámite rockista de «vivir deprisa». Al contrario, su trayectoria había mostrado pasos lentos, pero de gran calado, y ello había provocado, al final, un viaje largo y denso que imponía un receso. «Tenía que tomarme un descanso. Llevaba mucho tiempo con esto y estaba agotado, tanto física como anímica y mentalmente. También tuve algunas enfermedades y llegó el momento de tomar una decisión para poner punto y aparte a determinadas historias. Tenía que olvidarme de la música y de otras cosas implícitas a ella. Me fui a A Coruña, estuve allí dos años y luego me marché a México. En esos momentos había tomado la decisión de volver a hacer canciones, pero me aterrorizaba la idea de ponerme a hacerlas en A Coruña o en Madrid; no estaba nada seguro de que me salieran. En México no tenía excusa para evitar la situación de ponerme a componer y asumía que lo tenía que hacer por una cuestión de dignidad».
Se empezaba a fraguar «Fotografiando el corazón».
En 1999 edita «Corcobator» y en 2003 «Fotografiando al corazón».
«A México ya había ido en el 92 y en el 93. Se había publicado allí uno de mis discos y había gente que nos conocía. Fui con los Chatarreros e hicimos cinco o seis conciertos. El país me fascinó y volví al año siguiente en plan de vacaciones. Fue entonces cuando pensé en grabar allí mi siguiente disco, pero en aquel momento no se pudo hacer». La historia devolvió el golpe a principios del nuevo siglo. Javier viajó al impresionante país azteca absolutamente recuperado de todos sus males y con la cabeza obsesionada por volver a componer. «Quería recuperar el método de hacer canciones, casi por una cuestión de supervivencia. Me considero frágil y hacer canciones, ver que me salen, me da seguridad. También quería llevar a cabo dos sueños sonoros que nunca pude realizar por cuestiones meramente técnicas. Uno es ‘Ciudad erótica’, la construcción de una secuencia rítmica y melódica hecha sólo con voces, susurros y respiraciones. El otro es ‘Todo se rompe’, una canción basada en el incremento de timbres y en una laberíntica interposición de elementos eléctricos y electrónicos. En este disco quería hacer canciones clásicas, atemporales. Estoy harto de la mediocridad musical de este mundo y, aunque confiaba mucho en lo que trajera el siglo XXI, mis expectativas en ese terreno se han visto confirmadas justo al contrario». El resultado, que se ha puesto a la venta en las tiendas hace pocas semanas, es «Fotografiando el corazón», un disco sacado del ídem pero «muy premeditado: no es un disco espontáneo en el terreno sonoro. Lo considero sólido, aunque no sé si el mejor de los que he hecho. A mí me lo puede parecer ahora mismo por la aventura que ha supuesto crearlo, pero, para valorarlo, prefiero que me preguntes dentro de cuatro meses».
El álbum tiene, dentro de sí, características muy concretas y nuevas mellas en el filo de la navaja. Eso sí: ya no hay esfuerzos de explosión sónica ni viajes químicos reconstruidos. «Ahora me parezco más al Corcobado de crío, al que era limpio y estaba puro de experiencias. Este disco refleja eso, aunque también tiene mucho de la sabiduría y la experiencia que pueda tener como persona. Es un álbum sincero en el que hablo de la realidad más que nunca. Es un disco honesto».

La honestidad, palabra casi tatuada en la frente de Javier, es abordada también por otros terrenos más pragmáticos. Después de haber realizado el grueso de su obra en pequeños sellos independientes (cinco álbumes con Triquinoise, uno con Recordings from the Other Side y su colaboración mantarayniana con Astro), su aventura contractual ha terminado recalando en Dro, compañía que ya apostara por él en varias ocasiones publicando el resto de su discografía y sus primeros álbumes con Mar Otra Vez y Demonios Tus Ojos. «Es con la gente con la que mejor me entiendo, la que confió en mí y con la que más discos he hecho. Me siento a gusto con ellos porque me comprenden. Las experiencias con otras discográficas han sido un poco decepcionantes. Eran una alternativa para seguir publicando, pero, en el fondo, no tenían buenos cimientos y, cuando fallaban, siempre terminaban recurriendo a métodos desagradables, como dejar de pagar los royalties. Al final aquellas independientes terminaban siendo como las multinacionales, con todas las falsas promesas de las ‘majors’ pero en plan más cutre», afirma Javier, quien también ha visto reeditado abundante material de su paso por Dro (por Gasa, en concreto) dentro del reciente libro-disco «Un época de grabaciones accidentales». El álbum entra dentro de la serie que la compañía pone en la calle con escogidos elementos de su catálogo y en los cuales se incluye una biografía ilustrada del protagonista. Echando un repaso a este material, uno advierte que la música de Corcobado, en sus diferentes proyectos, nunca ha ido especialmente unida a las corrientes imperantes preferidas por el público español. «Soy un artista de minorías, aunque de minorías suficientemente amplias como para poder seguir grabando. Tampoco es que haya tenido demasiadas buenas críticas. El otro día vi un dossier de recortes de prensa: dominaban las malas, aunque algunas se hicieran con buena fe», apunta.

Y es que hay algunas cosas que no cambian con el tiempo. «Fotografiando el corazón» vuelve a poner de manifiesto que donde está Corcobado no está la masa. La reacción no es solamente unívoca y de un sólo sentido: «Ni encuentro ni me llegan espontáneamente cosas que me emocionen. Como mucho, algunas cosas se quedan en el nivel de ‘interesante’, pero nada más. El panorama me parece un poco desolador y haría falta remontarse mucho tiempo para encontrar algo que me haya impactado. Puede que lo último fuera Add N To(X), un grupo londinense con dos chicos y una chica. Eran unos verdaderos terroristas. Imagino cómo se lo debían pasar haciendo la música que hacen». Con todo, ante los ojos de Javier se abre un panorama nuevo y, probablemente, desconocido para él. La edición de su álbum no es una simpleza realizada con pocos medios, sino un trabajo sumamente cuidado al que su compañía está concediendo atención. Además de abundantes actividades promocionales se han creado las situaciones adecuadas para que, en breve, se pueda volver a ver a Corcobado en directo, algo para lo que no habrá que esperar demasiado.

Tal vez, en esta ocasión, la aventura sea más larga que en las anteriores. «Es un proyecto que depende de mí y que es estable. No puedo decir si seguiré con los mismos músicos que tengo ahora porque cada persona tiene su vida y los músicos siempre son personas fluctuantes. Pero, aunque cambien ellos, el proyecto continuará. Ahora vamos a empezar una pequeña gira de promoción por cuatro ciudades y después del verano tenemos firmadas veinte fechas por toda España. En febrero del año que viene iremos a México, donde también se va a publicar el disco, y en verano intentaremos hacer algunos festivales, tanto en España como en el extranjero. Luego, a partir de octubre, iremos a Estados Unidos y Sudamérica dentro de la gira de Rock en Ñ».

A lo largo de toda la carrera de Corcobado, el artista y la persona se confunden en los borrosos límites de la pasión y la vida apurada al borde del abismo. Autodestructivo, excesivo siempre, arriesgado, su música se ha ido moviendo también a lo largo de diferentes etapas siempre comprometidas. Desde sus primeros pasos cercanos a la No Wave neoyorquina, con Suicide, James Chance y Mars como referentes inmediatos, hasta sus posteriores incursiones en géneros como la chanson francesa, el bolero o la canción melódica, pasando también por algunos jugueteos con la música electrónica y la reivindicación de clásicos como Jim Morrison, Leonard Cohen, Kurt Weill o William Burroughs.
Corcobado ha conseguido combinar todas estas referencias con una personalidad inequívoca hasta hacerlas propias con el riesgo y la pasión como hilos conductores.
Su currículum tambien incluye dos libros [ «Chatarra de sangre y cielo» en 1991 y «El sudor de la pistola 13» en 1994 ] y su discografía alcanza los nueve álbumes firmados a su nombre más otros dos como componente de Mar Otra Vez y Demonios Tus Ojos.

Actualizacion, en el 2006 salio a la venta el disco llamado «Editor de Sueños», noticia no muy sonada en México, hasta existe un video de uno de los secillos en el youtube.

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